Cuestión De Estética

 

  Cuestión De  Estética 

 

Después del nacimiento de mi último hijo, hace trece años, he venido presentando algunas manchas en mi rostro, llamadas cloasma. Posiblemente resultado de cambios hormonales, la tendencia de mi piel y el cuidado inapropiado que le daba. Trataba de ocultarlas con un poquito de maquillaje cuando salía de casa. Confieso que visité muchos lugares buscando eliminar esas manchas y tratar que mi rostro se viera uniforme. Probé diferentes tratamientos, pero los resultados se empezaban a notar a largo plazo, lo que me desmotivaba y los detenía.  Cuando me exponía al sol era como si se intensificará el color marrón de ellas. Con el tiempo comencé a notar que las manchas se extendían, primero eran pequeñas, en los pómulos, pero luego salieron en otras zonas de mi cara.  Estaba frustrada al no obtener los resultados esperados.

Púes sucede, que hace menos de dos meses visité un centro de estética. La doctora con expediente y lápiz en mano, me dice; ¡cuéntame tu historia con las manchas! Con risas le digo si, realmente es una historia y le comenté lo antes descrito. La especialista con  voz muy dulce me dice: Ten paz, confía, llegaste a manos expertas, eso lo vamos a eliminar, pero no me puedes soltar; Es decir, voy a colocarte un tratamiento especial aquí en cabina y tú te comprometerás a obedecer mis recomendaciones para cada día, porque tu piel tiene la tendencia natural a producir esa hiperpigmentación, lo heredaste genéticamente, pero si trabajamos juntas, frenaremos la producción de melanina para no salgan manchas en tu  piel.

Al escuchar esas palabras en mi espíritu dije; waoooo pero esta es la clave… Y me sonría mientras el Espíritu Santo me ministraba sentada sobre la camilla, de ese pequeño cuarto pintado de blanco con olor relajante. Recordaba que separados de Cristo nada podemos hacer, que  todos nosotros desde hace muchos años tenemos la tendencia a una mancha llamada pecado, que heredamos genéticamente de Adán y Eva, es algo interno, que pronto se hace visible, que empieza con algo pequeño, la cual se  intensifica y se extiende dependiendo a que nos exponemos y que solos, por más que intentemos no podemos eliminarlo.

 Sigo con el tratamiento, pero la verdad es que inmediatamente lo inicié, noté un cambio en mi cara y a las tres semanas alguien me preguntó, que tiene tu rostro? Se ve limpio, luminoso, como si una luz saliera de el.

 Hoy sé, que solo cuando Jesús  comienza a trabajar en nuestras vidas es que podemos frenar ese gen llamado pecado, que hay pasos que puedo hacer sola en mi casa, pero que debo acudir a recibir un cuidado especial en una cabina llamada congregación. No trato de esconder las manchas con maquillaje religioso, sino de frenarlas con ayuda de Cristo. Anhelo que Su Luz se refleje en mí e intento instruir a otras personas y dejarles saber que sí se puede. Jesús es el experto en borrar cada mancha de nuestras vidas.

Y tú qué estás haciendo con tus manchas?

Separados de mí, nada pueden hacer. Juan 15:5b